jueves, 31 de diciembre de 2009

Se termina el año...

Parece que se nos va el 2009, y creo que sería difícil definir este año, fue algo raro y cambiante respecto a las situaciones por las que pasé. Hoy soy conciente de que, a medida que pasaban los días, hacía cosas que no valían la pena en lo más mínimo, y por suerte logré darme cuenta de que no era bueno para mí, ni para nadie. Pero creo que voy a dejar todo eso de lado y hacer un balance positivo, para quedarme con lo más lindo de estos últimos doce meses. Conocí mucha gente, personas que en poco tiempo se convirtieron en una parte importante de mi vida, casi imprescindibles al día de hoy. Puedo decir que pasé los momentos más felices de mi vida, y otros no tan buenos... Cumplí quince años, viajé, conocí lugares increíbles y personas que compartieron conmigo dieciocho días inolvidables (tanto coordinadores de Expertur, como todas esas chicas del Chocolate que en muy poco tiempo aprendí a querer), y creo que ese tiempo fue suficiente para conocernos bien, porque nos mostramos tal cual somos, y así, con todas nuestras diferencias y las ganas de divertirnos, la pasamos increíblemente bien. Extrañé como nunca antes lo había hecho, y eso me ayudó a valorar lo que tengo acá, porque al estar tan lejos de todos ustedes, me di cuenta de lo que valen. Viví muchas cosas. Fui la mina más feliz del mundo, y por momentos (y hasta por días) me sentí la más desdichada. Viví momentos MUY importantes, y semanas TAN rutinarias que me cansaron. Me enamoré. Mi mente fue una fábrica de ilusiones. Pasé por instantes de odio, y otros que parecieron un sueño. Creí morir en vida, y quise vivir eternamente. Me sentí sola y caí infinidad de veces, pero me encontré rodeada de manos amigas que ayudaron a levantarme. Me di cuenta de que solos en el mundo no seríamos nada (al menos yo). Reí cada vez que pude, y lloré como nunca. Me di cuenta de que existe un mundo más allá de 'mi realidad'. Alguien me dijo que la única persona que iba a estar conmigo siempre, era yo misma, y eso hizo que me dé cuenta de que tengo que empezar por aceptarme. Hice cosas de las que no me creía capaz, y hasta tuve reacciones que no esperaba de mí. Formamos un curso hermoso, pasé a cuarto año del secundario. Nos confirmamos. Y nunca voy a olvidarme de esas tardes de Inglés, gracias a las cuales aprobamos cuarto año en AACI.
En fin, fue un año más, importante como todos, pero creo que, especialmente este año, fue distinto y hermoso a la vez. Demasiadas cosas y personas, gracias a las cuales hoy puedo decir que estoy bien. Porque creo que todo lo que pasa, pasa por algo, y que todo lo malo que nos pasa nos prepara para algo mejor, aunque a veces la felicidad parece nunca llegar. TODO es experiencia en la vida, muchas cosas son inevitables, y existen otras por las cuales daríamos todo por que sucedan. Pero, definitivamente, todo nos ayuda como personas.
Gracias a todos y cada uno de ustedes, que no necesito nombrarlos porque saben quienes son, y no quiero olvidarme de nadie.. Sepan que si tan sólo UNO de ustedes faltaba, nada hubiera sido igual. Gracias por haber formado parte de mi 2009 y por haber hecho de él un año maravilloso. Espero que sigan estando ahí el próximo año, ¡los necesito! Y, seguramente, el que viene va a ser muchísimo mejor que el que se va, y quién sabe las que se trae.

¡GRACIAS!

Noelia F. Parapar.

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Lloré hasta sentir las lágrimas secarse en mis dedos. Lloré hasta respirar profundo y darme cuenta de que ya nadie me hacía bien. Lloré hasta entender que estaba sola y desprotegida en este lugar. Lloré hasta perder la conciencia y sentirme completamente inútil. Lloré, porque comprendí que nada era capaz de hacerme sentir viva y, hasta a veces, poder arrancarme una sonrisa; nada podía ser tan sorprendente y real al mismo tiempo. Lloré porque sentí tu ausencia, esa que hasta hoy nunca había estado, y por fin logré darme cuenta de que en realidad, aunque me cueste aceptarlo, no es culpa de nadie ni de nada lo que me sucede. Lloré, porque por primera vez en mi vida me sentí realmente sin apoyo, sin amigos, ni nadie a quien recurrir cuando la soledad corta mis palabras y ahoga mi respiración, gozando una dulce venganza de mis errores y tropiezos. Y fue así como me ví de nuevo en esta habitación tratando de recordarte, recogiendo los pedazos de tu boca, armando de a poco tu risa y sepultando otras voces, para poder entre ellas distinguir tus susurros; y sin querer entenderlo, cuando ninguna de las fichas encajaba, entendí que te había olvidado y que además, había olvidado tantos sueños y tantos otros recuerdos felices. Lloré, porque sólo tenía viejos recuerdos, algunas imágenes borrosas de las que casi no distinguía tu lejana y triste mirada. Lloré hasta creerme feliz por un instante, hasta que sin motivos empecé a reír sin parar, sin llegar a entender completamente qué estaba haciendo. Lloré hasta verte al lado mío, secando con tanto amor mis lágrimas, tratando de aliviar mi llanto. Lloré, porque de alguna manera me estaba resignando a seguir cada minuto y cada segundo sin tu compañía. Lloré porque creía sentirme fuerte y comprendí que vos me dabas esa fuerza capaz de hacerme sentir el aire rozar con mis labios; lloré porque nunca te diste cuenta de que todo lo que hacía era solamente por vos, porque nunca sentí que mi esfuerzo era suficiente para que te sintieras orgulloso de mí. Lloré, porque vivía cada día sin vivirlo, creyéndome feliz, convenciéndome de que todo lo que hacía estaba bien. Vivía sólo para entregarte hazañas, mis energías, mi vida en un segundo y poder sonreír al saber que te quedarías sólo por mí. Y después de eso, volví a entender que cada cosa que hacía era inútil, que a nadie le importaba verdaderamente lo que hacía o dejaba de hacer. Y lloré, para descargar de una vez por todas, todo el dolor que me ocasionaba sentirme tan poca cosa, de pronto me había olvidado de cómo era sentirse orgullosa de una misma, lloré porque te extrañaba por primera vez y no podía hacer nada para recuperarte. A pesar de mis intentos siempre hay algo que supera mis fuerzas y me derriba haciendo caer una y otra vez de la misma forma, en el mismo lugar, lastimando mi dignidad. Fue así, que al saber que te habías ido perdí todas las ganas de seguir; tal vez me acostumbre demasiado a tenerte cerca y a que me transmitieras cada día un poquito de tu filosofía, porque de cada día hacías una historia diferente. Antes de que llegaras no confiaba en nadie, ni siquiera en mí, y la verdad es que siempre supe que algún día te iba a perder, porque lo bueno nunca dura mucho (al menos para mí) y lloré como tantas otras veces, a escondidas, para no defraudarte. Lloré, porque te necesitaba más que nunca, más que siempre y la noche recién comenzaba.

Y me muero por tenerte junto a mí, cerca ...
Te miro,
no estas ahí.
Te pienso,
no estas aquí.
Te sueño,
y no estas allí.
Creo mirarte, pensarte y soñarte
a pesar que no estas...


And you say you belong to me and ease my mind. Imagine how the world could be, so very fine, so happy together... I can't see me loving nobody but you for all my life. When you're with me, baby the skies'll be blue for all my life. Me and you and you and me, no matter how they toss the dice, it has to be the only one for me is you, and you for me, so happy together...

... Y si para nuestro amor no encuentro un buen adjetivo es porque te amo mucho, mucho más del 'te amo' que te digo
Todos buscan el amor perfecto, un amor sin problemas, un amor color de rosa, un amor que no existe. No intenten amar sin sufrir, mucho menos sin llorar, porque tanto amor por lo menos una lágrima ha de derramar. Así que no intenten encontrar un amor que no existe porque se pueden decepcionar y entonces, entonces si sufrirán.

"A orillas del río Piedra me senté y lloré. Cuenta una leyenda que todo lo que cae en las aguas de este río – las hojas, los insectos, las plumas de las aves – se transforma en las piedras de su lecho. Ah, si pudiera arrancarme el corazón del pecho y tirarlo a la corriente; así no habría más dolor, ni nostalgia, ni recuerdos.
A orillas del río Piedra me senté y lloré. El frío del invierno me hacía sentir las lágrimas en el rostro, que se mezclaban con las aguas heladas que pasaban por delante de mí. En algún lugar ese río se junta con otro, después con otro, hasta que - lejos de mis ojos y de mi corazón - todas esas aguas se confunden con el mar.
Que mis lágrimas corran así bien lejos, para que mi amor nunca sepa que un día lloré por él. Que mis lágrimas corran bien lejos, así olvidaré el río Piedra, el monasterio, la iglesia en los Pirineos, la bruma, los caminos que recorrimos juntos.
Olvidaré los caminos, las montañas y los campos de mis sueños, sueños que eran míos y que yo no conocía.
Me acuerdo de mi instante mágico, de aquel momento en el que un "sí" o un "no" puede cambiar toda nuestra existencia. Parece que sucedió hace tanto tiempo y, sin embargo, hace apenas una semana que reencontré a mi amado y lo perdí.
A orillas del río Piedra escribí esta historia. Las manos se me helaban, las piernas se me entumecían a causa del frío y de la postura, y tenía que descansar continuamente.
- Procura vivir. Deja los recuerdos para los viejos – decía él.
Quizá el amor nos hace envejecer antes de tiempo, y nos vuelve jóvenes cuando pasa la juventud. Pero ¿cómo no recordar aquellos momentos? Por eso escribía, para transformar la tristeza en nostalgia, la soledad en recuerdos. Para que, cuando acabara de contarme a mí misma esta historia, pudiese jugar en el Piedra; eso me había dicho la mujer que me acogió. Así - recordando las palabras de una santa - las aguas apagarían lo que el fuego escribió.
Todas las historias de amor son iguales."

River Plate (L)

River Plate (L)
Gracias por tantas alegrías... El más grande sigue siendo River Plate