miércoles, 30 de septiembre de 2009


A veces pienso que no tengo mucho tiempo,
a veces pienso que mi vida terminó.
Todos los días empieza un día nuevo, y si despierto comienzo mi dolor.
En este mundo la inyección es mi deseo, duele bastante,
pero alivia el corazón.

sábado, 26 de septiembre de 2009

La vida muchas veces nos resulta demasiado injusta; tal vez lo merezcamos, o tal vez no...
Según cómo la veamos, puede ser tomada como un regalo, o como el peor de los castigos.
Nadie va a pedirnos permiso para entrar en nuestras vidas.
Tal vez sólo sea un ser humano más entre tanta gente, pero de repente ¡wow! Es la persona más importante para nosotros.
Hasta ese momento era insignificante, pero ahora nuestra vida no puede continuar sin él.
Y ahí empezamos a soñar, a ilusionarnos, y a crear con nuestra mente un mundo fantástico y hasta perfecto, todo fruto de nuestra imaginación, que nunca mide las consecuencias...
Pero somos seres imperfectos limitados por lo imposible. Entonces bajamos a la realidad, y nos damos cuenta de que todo eso no era más que fantasía.
Y lo único que queremos es salir corriendo hacia algún lugar donde esto no esté pasando, alejarnos de todo... Pero no sabemos para dónde ir.
Así que lo único que nos queda es resistir.
Mantener firmes las esperanzas de que todo vuelva a estar bien.
Confiar en nosotros mismos, saber que podemos, sí,
que podemos sobrevivir juntos .

jueves, 17 de septiembre de 2009

Y a pesar de la escasez de fuerzas y ganas de seguir, acá estoy. Levantándome cada día, tal vez sin ganas de vivirlo, pero levantándome al fin.
Seguir luchando a diario, como si mi vida fuera una continua guerra: una guerra en la que me enfrento a mí misma, a mis deseos, a mis planes, a todos mis defectos (sí, esos que continuamente salen a la luz y detesto profundamente), a mis pensamientos optimistas, a mis pensamientos suicidas, a mis placeres, a lo que más me hace sufrir, a mi dolor, a esa angustia que me oprime por dentro y apenas me deja respirar.
Una guerra en la que me enfrento a mis ganas de salir corriendo hacia cualquier lugar, donde todo esto no esté pasando; a mis ganas de saber que todo esto no es real, a mis ganas de poder descansar de una vez por todas, de tener un poco de paz, de ser feliz sin tener que caer frente a tantos obstáculos...

miércoles, 16 de septiembre de 2009


Y es que suelo aferrarme a lo que amo,

suelo convertirlo en el centro de mi mundo,

¡y ahora me aterra el hecho de saber que corro el riesgo de perderlo!

viernes, 11 de septiembre de 2009

¿Sentiste, alguna vez,
lo que es
tener el corazón roto?

jueves, 10 de septiembre de 2009


Desde lejos no se ve.

En determinados momentos de la vida, la locura lejana, distante de otros perturbados y recluidos irrumpe en la cordura cotidiana de las personas. No se trata de un trastorno psiquiátrico severo, sino de inexplicables pensamientos, sentimientos o conductas que pueden exhibir por momentos cualquier ser humano "en sus cabales".

De cerca nadie es normal.

Pero ¿qué es lo considerado normal? ¿Lo que impone la sociedad como modelo de "persona"? ¿ Acaso aquel que tiene su propio pensamiento y poder de desición, aquel que no sigue al resto, no es considerado normal? Qué concepto tan errado tenemos, qué concepto tan errado nos impusieron.

Cualquier persona puede percibir cómo su mente pasa rápidamente de un pensamiento elevado a otro banal, mezquino, torturante, o cómo aparecen ideas, deseos que no se corresponden con los esquemas mentales habituales.

Las adicciones, la inestabilidad emocional como la depresión, el malhumor o aquellas emociones más secretas como los celos, el odio y la envidia pueden llevarnos a la locura. Estas reacciones que tienen o (me incluyo en esto) tenemos personas aparentemente "normales" nos llevan a afirmar que aún el más civilizado y cuerdo es portador de una cuota de locura, el hombre es un animal irracional.

Todos estamos muy cerca de la locura. Todos estamos dotados de una capacidad potencial de irracionalidad que en ciertos momentos nos puede hacer funcionar igual que una persona con un trastorno grave. La única diferencia es que en un caso es transitorio, y en el otro ese trastorno es permanente. Todos somos locos en potencia, ante cierta situación podemos tener ciertas reacciones locas. Que la emoción capte la mente, la capacidad de pensar, es una potencialidad que tenemos todos.

La línea divisoria entre la patología y la salud mental es una frontera tenue y móvil. Hay tres conceptos que se consideran signos de salud. Uno, personal, que yo no tenga manifestaciones emocionales o pensamientos que me perturben o me hagan sufrir. Pero eso sólo no alcanza. El segundo tiene que ver con los otros: que lo que yo haga o deje de hacer no haga daño a los demás. Y el tercero es que sea útil positivamente para la sociedad. Cuando una persona se va de alguno de estos parámetros cruzó la frontera, algunos cruzan un pasito y otros mucho más. Algunos tienen retorno y otros no.


¡Definitivamente, estoy total y completamente loca!

domingo, 6 de septiembre de 2009

Es necesario correr algunos riesgos. Sólo entendemos adecuandamente el milagro de la vida cuando permitimos que lo inesperado se manifieste. Dejándonos ser, sin planificar nada de lo que pase; disfrutando de cada instante, viviendo el momento, dejando que el destino nos sorprenda.
Siempre en busca de nuestro sueño, en la continua persecución de nuestros verdaderos objetivos. Vamos a sufrir, vamos a pasar por momentos difíciles, vamos a enfrentar muchas desilusiones; pero todo eso es pasajero, inevitable, y acabaremos enorgulleciéndonos de las marcas señaladas por todos los obstáculos que, de alguna manera, logramos superar.

Pobre de aquel que tuvo miedo de correr esos riesgos. Porque seguramente nunca se decepcione, ni tenga desilusiones, ni sufra de igual manera como los que tienen un sueño que cumplir. Pero cuando mire hacia atrás, porque siempre terminamos mirando hacia atrás, va a notar que enterró todos los milagros de su vida bien hondo, en una fosa, porque tenía miedo de perderlos. Por lo tanto, lo único que consiguió fue tener la certeza de que desperdició su vida.

Pobre del que llega a escuchar estas palabras. Porque creerá en los milagros, pero los instantes mágicos de su vida ya habrán pasado.

No creo que sea esto lo que en verdad quiero para mí.
Lastimarse, borrar con los codos lo que fue escrito con el corazón... Definitivamente no, no quiero vivir esto.
Entonces, ¿debería revertir la situación? Eso es lo que intento hacer desde hace meses. cambiar las cosas, volver a estar bien. Pero no puedo. No.
Me siento totalmente inútil, incapaz de cumplir cualquiera de mis objetivos, por pequeño que sea.
Y si yo no me tengo fe, creo que nadie va a hacerlo por mí; pero ya no le encuentro sentido a levantarme luego de caer una y otra vez. A pesar de haber tropezado miles de veces con la misma piedra en muy poco tiempo, no aprendo, no la esquivo. Sigo tropezando, como si me gustara, ¡y es que termino pensando eso!
Es indescriptible el dolor que siento dentro, la angustia que oprime mi interior sin piedad, y no me deja en paz.
A veces me siento totalmente insignificante, como si no fuera más que un montón de nada... porque me falta todo, porque estoy mal, porque estoy triste y soy total y completamente incapaz de solucionar las cosas y de hacer feliz a esas personas por las que daría todo, tan sólo por verlas sonreír.

jueves, 3 de septiembre de 2009


Sí, la culpa es mía.
Debería haberte advertido que iba a necesitarte, que iba a desear tu compañía.
Debería haberte advertido que ibas a ser lo único capaz de darme felicidad, que ibas a ser mi único motivo para continuar.
Debería haberte advertido que cada vez que caiga iba a necesitar de tu mano para levantarme.
Debería haberte advertido que iba a enamorarme, que ibas a convertirte en lo más importante para mí.
Debería haberte advertido que sin tu sonrisa ya no podría sonreír.
Debería haberte advertido que con vos iban a irse mis ganas de estar en este mundo.
Debería haberte pedido por favor que no me lastimes.
Debería haberte advertido que soy demasiado vulnerable al dolor, que la angustia y la tristeza me matan por dentro.
Debería haberte advertido que sin vos no sería nada.
Debería volver el tiempo atrás para pedirte que no rompas mi corazón.
Debería haberte advertido que hagas lo que hagas o digas lo que digas, incluso aunque seas la principal causa de mis lágrimas, nunca voy a dejar de amarte.

martes, 1 de septiembre de 2009


Tal vez tenga que aprender que esta vida es demasiado injusta.
Que aunque me esfuerce incansablemente por lo que de verdad amo, no voy a conseguirlo.
Que aunque de hasta lo que no tengo, tan sólo por hacer feliz al otro, no voy a obtener lo mismo; ni siquiera la satisfacción de verlo sonreír.
Que aunque dedique mi vida entera a perseguir mi propia felicidad, tal vez nunca logre alcanzarla.
Que puedo arrepentirme de muchas cosas, pero no vale la pena, porque el tiempo no puede volver atrás, no puedo hacer nada por cambiar las cosas.
Que aunque me lastime, y me duelan las cosas que dice o hace, siempre va a ser lo más importante para mí.
Que nunca voy a aprender que la realidad te miente, y voy a seguir soñando despierta. Como la esúpida enamorada que todavía imagina finales felices.
Lloré hasta sentir las lágrimas secarse en mis dedos. Lloré hasta respirar profundo y darme cuenta de que ya nadie me hacía bien. Lloré hasta entender que estaba sola y desprotegida en este lugar. Lloré hasta perder la conciencia y sentirme completamente inútil. Lloré, porque comprendí que nada era capaz de hacerme sentir viva y, hasta a veces, poder arrancarme una sonrisa; nada podía ser tan sorprendente y real al mismo tiempo. Lloré porque sentí tu ausencia, esa que hasta hoy nunca había estado, y por fin logré darme cuenta de que en realidad, aunque me cueste aceptarlo, no es culpa de nadie ni de nada lo que me sucede. Lloré, porque por primera vez en mi vida me sentí realmente sin apoyo, sin amigos, ni nadie a quien recurrir cuando la soledad corta mis palabras y ahoga mi respiración, gozando una dulce venganza de mis errores y tropiezos. Y fue así como me ví de nuevo en esta habitación tratando de recordarte, recogiendo los pedazos de tu boca, armando de a poco tu risa y sepultando otras voces, para poder entre ellas distinguir tus susurros; y sin querer entenderlo, cuando ninguna de las fichas encajaba, entendí que te había olvidado y que además, había olvidado tantos sueños y tantos otros recuerdos felices. Lloré, porque sólo tenía viejos recuerdos, algunas imágenes borrosas de las que casi no distinguía tu lejana y triste mirada. Lloré hasta creerme feliz por un instante, hasta que sin motivos empecé a reír sin parar, sin llegar a entender completamente qué estaba haciendo. Lloré hasta verte al lado mío, secando con tanto amor mis lágrimas, tratando de aliviar mi llanto. Lloré, porque de alguna manera me estaba resignando a seguir cada minuto y cada segundo sin tu compañía. Lloré porque creía sentirme fuerte y comprendí que vos me dabas esa fuerza capaz de hacerme sentir el aire rozar con mis labios; lloré porque nunca te diste cuenta de que todo lo que hacía era solamente por vos, porque nunca sentí que mi esfuerzo era suficiente para que te sintieras orgulloso de mí. Lloré, porque vivía cada día sin vivirlo, creyéndome feliz, convenciéndome de que todo lo que hacía estaba bien. Vivía sólo para entregarte hazañas, mis energías, mi vida en un segundo y poder sonreír al saber que te quedarías sólo por mí. Y después de eso, volví a entender que cada cosa que hacía era inútil, que a nadie le importaba verdaderamente lo que hacía o dejaba de hacer. Y lloré, para descargar de una vez por todas, todo el dolor que me ocasionaba sentirme tan poca cosa, de pronto me había olvidado de cómo era sentirse orgullosa de una misma, lloré porque te extrañaba por primera vez y no podía hacer nada para recuperarte. A pesar de mis intentos siempre hay algo que supera mis fuerzas y me derriba haciendo caer una y otra vez de la misma forma, en el mismo lugar, lastimando mi dignidad. Fue así, que al saber que te habías ido perdí todas las ganas de seguir; tal vez me acostumbre demasiado a tenerte cerca y a que me transmitieras cada día un poquito de tu filosofía, porque de cada día hacías una historia diferente. Antes de que llegaras no confiaba en nadie, ni siquiera en mí, y la verdad es que siempre supe que algún día te iba a perder, porque lo bueno nunca dura mucho (al menos para mí) y lloré como tantas otras veces, a escondidas, para no defraudarte. Lloré, porque te necesitaba más que nunca, más que siempre y la noche recién comenzaba.

Y me muero por tenerte junto a mí, cerca ...
Te miro,
no estas ahí.
Te pienso,
no estas aquí.
Te sueño,
y no estas allí.
Creo mirarte, pensarte y soñarte
a pesar que no estas...


And you say you belong to me and ease my mind. Imagine how the world could be, so very fine, so happy together... I can't see me loving nobody but you for all my life. When you're with me, baby the skies'll be blue for all my life. Me and you and you and me, no matter how they toss the dice, it has to be the only one for me is you, and you for me, so happy together...

... Y si para nuestro amor no encuentro un buen adjetivo es porque te amo mucho, mucho más del 'te amo' que te digo
Todos buscan el amor perfecto, un amor sin problemas, un amor color de rosa, un amor que no existe. No intenten amar sin sufrir, mucho menos sin llorar, porque tanto amor por lo menos una lágrima ha de derramar. Así que no intenten encontrar un amor que no existe porque se pueden decepcionar y entonces, entonces si sufrirán.

"A orillas del río Piedra me senté y lloré. Cuenta una leyenda que todo lo que cae en las aguas de este río – las hojas, los insectos, las plumas de las aves – se transforma en las piedras de su lecho. Ah, si pudiera arrancarme el corazón del pecho y tirarlo a la corriente; así no habría más dolor, ni nostalgia, ni recuerdos.
A orillas del río Piedra me senté y lloré. El frío del invierno me hacía sentir las lágrimas en el rostro, que se mezclaban con las aguas heladas que pasaban por delante de mí. En algún lugar ese río se junta con otro, después con otro, hasta que - lejos de mis ojos y de mi corazón - todas esas aguas se confunden con el mar.
Que mis lágrimas corran así bien lejos, para que mi amor nunca sepa que un día lloré por él. Que mis lágrimas corran bien lejos, así olvidaré el río Piedra, el monasterio, la iglesia en los Pirineos, la bruma, los caminos que recorrimos juntos.
Olvidaré los caminos, las montañas y los campos de mis sueños, sueños que eran míos y que yo no conocía.
Me acuerdo de mi instante mágico, de aquel momento en el que un "sí" o un "no" puede cambiar toda nuestra existencia. Parece que sucedió hace tanto tiempo y, sin embargo, hace apenas una semana que reencontré a mi amado y lo perdí.
A orillas del río Piedra escribí esta historia. Las manos se me helaban, las piernas se me entumecían a causa del frío y de la postura, y tenía que descansar continuamente.
- Procura vivir. Deja los recuerdos para los viejos – decía él.
Quizá el amor nos hace envejecer antes de tiempo, y nos vuelve jóvenes cuando pasa la juventud. Pero ¿cómo no recordar aquellos momentos? Por eso escribía, para transformar la tristeza en nostalgia, la soledad en recuerdos. Para que, cuando acabara de contarme a mí misma esta historia, pudiese jugar en el Piedra; eso me había dicho la mujer que me acogió. Así - recordando las palabras de una santa - las aguas apagarían lo que el fuego escribió.
Todas las historias de amor son iguales."

River Plate (L)

River Plate (L)
Gracias por tantas alegrías... El más grande sigue siendo River Plate